Pelé

Eterno O´Rei: Pelé

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Edson Arantes do Nascimento, un niño de 9 años, le prometió a su padre que iba a ganar la Copa del Mundo. En 1950, el progenitor del infante, un futbolista que vio truncada su carrera por una lesión, lloraba a llantos por la derrota de Brasil ante Uruguay en el Maracaná, el pequeño se le acercó a su papá, con un brillo en sus ojos que demostraban su convicción; le dijo que dejará de llorar, porque él, traería al país algún día el trofeo Jules Rimet, lo hizo en 1958 a los 17 años, cuando creció y se transformó en Pelé, la única persona que ha ganado tres Mundiales.

El rey anotó 1279 goles, los esculpió de todas las maneras o gestos imaginables, los concretó de cabeza, con la zurda ; la derecha, de tiros libres con ambas piernas, de penaltis, chilenas, superando a rivales por medio de la velocidad, a otros con quiebres, a varios con fintas; caños, bicicletas, haciendo cambio de ritmo, le escondía el balón a los opositores cuando querían arrebatárselo de sus pies,  protegía el esférico, lo mimaba, lo trataba con delicadeza, lo dormía con amor en el pecho, los tantos de Pelé fueron de excelsa manufactura, al punto que es un rompecabezas elegir uno como el mejor de ellos.

Fue un sobresaliente asistidor, siempre con la mirada hacia arriba para habilitar a un compañero, enviando el balón despacio para que ellos definan con un bombazo.  México 1970, ante Inglaterra luego de recibir el esférico de parte de Tostao, quien realizó una maniobra de futbol sala driblando a varios británicos, Edson observa solo Jairzinho, le pasa la pelota, acto seguido, el astro de Botafogo perforó la cabaña de Gordon Banks. En ese encuentro se materializó la parada del siglo, una atajada de otra dimensión a un testarazo de Pelé. En la final después de una red de pases, ve a Carlos Alberto en carrera por la derecha, piensa, “toma capitán, hazlo, te toca ser famoso”, el lateral carioca fraguó el 4 a 1 en el estadio Azteca, pulverizando al muro italiano encabezado por el legendario Giacinto Facchetti.

Pelé son cuatro letras asociadas a la gloria de la selección brasileña, sin embargo, la madurez de su desempeño, su nivel más alto en el balompié, lo alcanzó con el Santos conformado por solo elementos locales en la plantilla, durante la década de los 60¨s, conquistaron el planeta tierra con dos Copas Intercontinentales consecutivas en 1962 y 1963. La primera derrotando en par de cotejos al Benfica de Eusebio, verdugo del Real Madrid de Di Stefano y Puskas en la final de la Copa de Europa. Al año siguiente en tres partidos, con saldo de dos triunfos con un descalabro al  AC Milán de Cesare Maldini, Giovanni Trapattoni Gianni Rivera, los coetáneos del rey, Armarildo y José Altafini. Tanto ante el cuadro luso como frente al combinado “Rossoneri”, el diez anotó, dribló y enloqueció a los rivales, plasmó en esos compromisos exhibiciones que están entre las mejores en su carrera.

En 1969, las dos facciones involucradas en la Guerra Civil de Nigeria acordaron un alto el fuego de 48 horas para poder verlo en un cotejo amistoso en Lagos. Varias plusmarcas de goles que implantó con Santos en los 60´s por años y décadas le pertenecieron hasta la aparición de Messi.

De sus tantas anotaciones, hay dos en 1958 que reflejan su genialidad al pensar las cosas un segundo antes que los demás, enseñando en paralelo el repertorio de sus habilidades superlativas, un niño de 17 octubres de vida con desparpajo, conquistó el globo terráqueo  desde el césped como si fuera un futbolista entre los 26 años a los 28 en el apogeo de su carrera.

Uno fue ante Galés, en el triunfo 1 a 0 sobre ellos en cuartos de final, en el área, recibe un pase de cabeza de un compañero a espaldas de un zaguero del combinado europeo, recepciona el cuero con el pecho, lo realiza en un segundo, a la vez se paraliza el tiempo como si fueran varios minutos, acto seguido, logra otro toque con su pierna derecha, pasando al defensor con un autopase, una clínica de control orientado con media vuelta incluida, el balón pica en el suelo, automáticamente luego del bote dispara a ras de piso al lado derecho del arquero, dejándole impotente ante una obra de arte, magia pura en un campo de futbol.

El otro fue en la final, el rival era Suecia, en el minuto 55 desarrolla otra invención, su nombre Edson es honor a Thomas Alva Edison, el creador de la bombilla y de una gran cantidad de patentes. Pelé, el niño de 17 años, se inventó una diana bellísima, se eleva en medio de dos defensores con un salto jordanesco, recibe un centro de Nilton Santos, lo controla con el pecho a espaldas del primer zaguero que trata de derribarlo, con un giro lo deja en el camino, de inmediato con un sombrerito elude al otro, gestándose una volea en un espacio reducido, al no dejar caer la pelota, la mandó a las redes con un zapatazo con el empeine, transformando en inerte la estirada del portero. ¡Golazo!

En ese Mundial , el niño Edson de 17 años, pasó de ser un pequeño soñador a rey con su convicción, aunada a su brillantez de invención en el futbol, gobernando un equipo de estrellas caracterizadas: Garrincha, Zagallo, Didí, Vavá, Gilmar, Nilton Santos, Djalma Santos; anotó 6 tantos, segmentados, uno a Galés en cuartos, tres en semis a Francia de Just Fontaine , quien logró 13 goles en ese certamen y Ramond Kopa,  eventualmente baluarte del Real Madrid, ganador del Balón de Oro con los blancos, un doblete a los compatriotas del  escritor Stieg Larsson en el partido definitivo, cumpliendo la promesa que le realizó a su padre de llevar a Brasil el trofeo Jules Rimet.

Escrito por: Helmut Canales

Twitter: @HelmutCanales

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